Otra aventura del joven cadete espacial, pero con un cambio de aspecto muy mejorado. Ahora, Wilco intenta ingresar en la academia de pilotos y capitanes espaciales, aunque una amenaza nueva se cierne sobre él. Unos mutantes pukoides intentarán convertir a la humanidad en... ¡asquerosidades babeantes!
El Examen
Sí, aún recuerdo aquellos viajes al futuro donde mi hijo me comentó cosas sobre mi esposa. Aún tengo su imagen. De todos modos, ya supongo que sabréis quién soy, Roger Wilco, y que ésta es otra de mis historias. Estaba yo en el simulador cuando el infame Capitán Quirk me llamó la atención y me echó de allí. Recordaba vagamente que tenía que dar clase, así que llegué tarde aquel día y, para colmo, era ese preciso día el examen de aptitud. No tuve otro remedio que copiarme de un cabezón de al lado, teniendo cuidado de que un robot de vigilancia no me cogiera.
Terminé el examen y el profesor me obligó a limpiar el escudo de la Confederación como castigo por llegar tarde. Fui a un armario cercano donde recogí unos conos y el limpiador sideral. Me encaminé por el ascensor hacia abajo, hacia el escudo, en el cual puse los conos para advertir del peligro. Luego, puse en marcha el limpiador sideral y limpié el escudo lo mejor que pude. Tras esto, volvió a aparecer el estúpido Capitán Quirk, pero acompañado por una mujer. Se llamaba Beatriz y dedujo que yo era el héroe que salvó Xenon de los Sarianos hace ya décadas. Nunca he sabido hablar con las mujeres, así que ésta no fue una excepción. Ella se fue muy mosqueada y el Capitán Quirk intentó hacerme una de las suyas. Obviamente, no vio los conos y se tropezó, culpándome a mí.
Cuando todo esto terminó, yo paseé un rato por los pasillos de STARCON. Resultó que vi y oí como Beatriz mantenía una charla, discusión con los altos jefes de STARCON sobre basura espacial. Volví a quedar mal al abrirse la puerta, y decidí irme de una vez de allí. En ese momento, según me comunicaron después, las computadoras tuvieron un fallo y los resultados de los exámenes quedaron hechos un lío. Al llegar donde estaban los tablones de puntuaciones miré la mía y... ¡había aprobado! Con gran alegría, fui llevado a mi nueva nave de la que sería capitán, la EUREKA... ¡una gabarra de basuras!El destino, y sobre todo Quirk, me la habían vuelto a jugar. Allí conocí a los miembros de la tripulación, en principio tres: Flo, oficial de comunicaciones; Droole, el piloto; y Cliff, el mecánico. Cada uno de ellos tenía sus problemas y sus historias, aunque dejé bien claro desde el principio quién era el capitán. Tras pedir a Flo comunicación con STARCON para salir, ellos dieron sus órdenes: recoger residuos en Gangularis, Peeyu y Kiz Urazgubi. Tras darnos permiso para despegar, salimos disparados. Ahí, creo, es cuando empecé a sospechar que nos seguían.
Correos nunca olvida
Le dije las coordenadas a Droole de Gangularis y nos pusimos en marcha a la velocidad de la luz. Una vez cerca del planeta, pusimos la velocidad normal y, cuando Flo detectó la basura en el escáner, decidí avisar a Droole para que activara el SRB. Todo iba bien hasta que Flo detectó una forma de ser viviente en el compartimento de la basura, así que me levanté y fui a investigar. Tras abrir el compartimento, algo saltó a mi cara. Me lo quité de encima y me pareció una criatura que serviría muy bien como mascota, le llamé Spike. Volví al puente y Cliff me informó de que Spike iba dejando el suelo perdido de ácido... bueno, cuando se encontraba el suelo. Le pedí al mecánico la localización de Spike siendo ésta el laboratorio. Me dirigí allí corriendo y, de espaldas cerca del teletransportador, Spike me asaltó como hacia siempre. Lo cogí, abrí un recipiente cercano y lo dejé encerrado. Luego, busqué en la caja de herramientas de Cliff unas pastillas antiácido, las cuales eché al animal. También me hice en la caja de herramientas de Cliff con un cortador láser, unas tenazas y un fusible. Luego, lo dejé todo como estaba antes.
Sin el problema intestinal de Spike, pudimos irnos a recoger la basura de Peeyu. Tras repetir la operación anterior, Flo interceptó una comunicación secreta. Al parecer, alguien de STARCON, algún alto cargo, hacía negocios con los residuos espaciales. Me pareció muy extraño, pero aún no era momento de investigar ese suceso; quedaba mucho trabajo por hacer...
El nuevo destino era Kiz Urazgubi. Íbamos a la velocidad de la luz cuando una nave, oculta, nos atacó. Resultó que una mujerdroide, conocida como W-D40, estaba buscándome por una irregularidad en correos allá por Space Quest II. Recordaba vagamente haberme cargado a un androide masculino por aquella época y parecía que los majaderos de los carteros no se cansaban. Tenía dos opciones: quedarme y que nos hicieran trizas a mí y a mi tripulación, o plantarle cara en el planeta. La segunda opción me pareció más conveniente, así que me dirigí al teletransportador.
Ya en el planeta, decidí seguir caminando atravesando unas cuevas y saltando un risco, siempre perseguido por la mujer androide. Así llegué hasta un claro donde vi unos plátanos, pero al acercarme a coger algunos caí al agua junto con una rama. Tomé la rama por si me tenía que liar a palazos, y volví donde el risco. En ese momento, se me ocurrió subirme a una piedra y, haciendo palanca con la rama, tirarle una roca a la mujer androide. Así lo hice y regresé donde los plátanos, y gracias a la rama me hice con uno. Bajé a ver si era el fin de la maldita androide, pero ni mucho menos. Salió del agua y comenzó a dispararme. Lo único que se me ocurrió fue ir donde los plátanos y esconderme en el tronco. Cuando la androide se puso encima, le puse el plátano en uno de sus propulsores. Esto provocó que la androide no pudiera soportar la presión y, en pleno vuelo, explotara.
Recogí su cabeza y bajé a la charca a ver que había quedado de ella. En ese momento apareció Cliff, quien recogería los pedazos y volvería a intentar construirla, pero para nuestro bien. Total, regresé teletransportado a la nave donde oí que Cliff había vuelto, así que fui al laboratorio a verle. Me pidió la cabeza del androide la cual le entregué y él me dio un extraño artilugio. Volví a la sala de mando donde mis chicos se quedaron sorprendidos de que aún siguiera vivo, es más, me sentía yo tan orgulloso que planeé que fuéramos a tomarnos algo.
Bebiendo Tequila
Nuestro destino, desde luego, era el Bar Espacial. Una vez puestos en órbita, todos salimos hacia allí con muchas ganas e ilusión, incluido Spike. Tras llegar, Cliff me comunicó que iba a ver a un viejo amigo suyo. Entre tanto, me fijé que en una de las mesas de la parte superior estaba Quirk y... ¡oh, el bicho de la transmisión! Era muy raro, y sabía que Cliff estaba claramente implicado en el asunto de los vertidos. De momento no era plan de chafarle la fiesta, así que me senté con mis colegas y, tras pedir un bourbon con hielo, se acercó a mí un vendedor, al cual no compré nada pero me regaló unos monos deshidratados y me dio una tarjeta.
Acto seguido se acercó el imbécil del Capitán Quirk, el cual venía a molestar como siempre. Tras advertir que él estaba delante de mi ascenso a la gabarra de basuras, y soltarnos unas cuantas “palabras” un tanto desagradables, decidimos que era mejor jugarnos nuestro honor y honra en una batalla espacial. Era un juego muy sencillo basado en un muy antiguo juego en el que había que destruir barcos o algo así, no me acuerdo. La cuestión era que yo era más listo que él, y conseguí vencerle sin muchos problemas.
Cuando bajamos, vi como Cliff se golpeaba con su amigo, un oficial de la nave de Quirk, la Goliath. El otro tipo había hablado mal sobre nuestra gabarra, o sólo sobre nuestra gabarra... y eso a Cliff no le había sentado muy bien. El Capitán Quirk, vengándose por mi victoria en el juego, decidió encerrar a Cliff en las mazmorras del bar. Decidí que esto no iba a quedar así, por lo tanto fui donde mis compañeros y eché los monos deshidratados sobre mi bebida y aquello se inundó de estos pequeños seres. El pánico, tal y como tenía previsto, se hizo con los clientes.
En esto, fui a las celdas donde los guardias salieron corriendo a ver qué sucedía. Tras desactivar el campo de fuerza, fui a ver dónde narices estaba Cliff. Estaba encerrado con unos barrotes muy duros, pero no indestructibles. Puse a Spike sobre los barrotes y Cliff salió corriendo... bueno, andando. Regresamos a la EUREKA y vimos cómo explotó el Bar Espacial, todo por mi culpa. No me sentía nada culpable sin embargo, a fin de cuentas teníamos a toda la tripulación con nosotros.
Necesitábamos nuevas órdenes y pedí a Flo comunicación con STARCON. Ellos dijeron nuestro nuevo rumbo: Klorox II. Aunque al llegar, no encontramos ninguna basura flotante. Decidí ir al laboratorio y hablar con nuestro nuevo investigador, la androide W-D40. Ella me aconsejó ir al planeta. Esto decidí hacer y pedí a Droole ponernos en órbita. Justo cuando iba al teletransportador, Droole decidió acompañarme.
Pero abajo, él se separó de mí. Caminé hasta encontrar un recipiente metálico, que no podía ver bien. Por lo tanto, seguí caminando hasta hallar la ubicación del recipiente. Resultó ser un compartimento de residuos biogenéticos, venido desde el planeta Genetix, y cuyo rumbo se encontraba escrito. Tras apuntármelo, fui a la ciudad en busca de gente, de supervivientes. Allí me sentí observado e intenté manipular una computadora, pero un mutante irrumpió en la sala y me tiró al suelo. Tras decirme barboteos sobre mi fealdad (no se había mirado al espejo), intentó contaminarme escupiéndome. Le esquivé hasta que llegó Droole, que acabó con su vida. Bueno, más bien con su mutación porque recuperó su forma normal y me dio las gracias.
Lamentaba la pérdida, y me hice con un papel que había soltado. Tenía un código, seguramente el de la computadora. Tras resolver el código con el papel, descubrí un diario y todo lo que había pasado. El problema era que, según el diario, la Goliath estaba en peligro... ¡y Beatriz también! Regresé a la EUREKA y recibimos un mensaje de socorro de Quirk, quien estaba mutando...
Mutantes Pukoides
Descubrimos que la transmisión había sido efectuada desde Thrakus y allí fue donde fuimos. Tras preguntar a W-D40 sobre la presencia de naves en la zona, y que esta me diera su negación, decidí investigar la superficie del planeta, donde la atmósfera era irrespirable. Bajé a la bahía donde me hice, registrando unos compartimentos, con una máscara de oxígeno y una bombona. Además de que en otra, resultó salir un pollo que me recordaba al Astro Chicken del Space Quest IV, mi anterior aventura.
Fui al laboratorio donde me puse la máscara y me teletransporté. Allí cerca estaba una cápsula de escape, la cual registré encontrando una chaqueta; y terminé por apagar el delirante ruido pulsando el botón rojo. Después, avancé hasta un desfiladero donde fui atacado. Caímos los dos y me di cuenta de que era Beatriz, la cual se había agarrado a mis pantalones. De repente aparecieron los mutantes disparando a diestro y siniestro con su asqueroso líquido. Yo le di la chaqueta a Beatriz para que subiera y, mientras esperaba su ayuda, di órdenes a Flo mediante el intercomunicador para ser teletransportados. Después, me agarré a una liana que me tiró Beatriz y subí. Justo cuando los mutantes iban a echarnos su asqueroso líquido, fuimos transportados a la EUREKA.
Ya en la nave, Beatriz se desplomó en mis brazos pues estaba contaminada. Después de decirme que toda la Goliath, Quirk incluido, había sido contaminada, decidí meterla en criogenizarla. Por lo tanto, saqué la cámara, la metí dentro y me dispuse a usar los controles. Miré la lista de al lado para saber que debía de criogenizarla a unos 10sg. Lo hice y volví al puente, donde pedí que se activasen los escudos. Tras unos disparos de la Goliath, decidí emplear una acción evasiva en el campo de asteroides. Ya fuera de su alcance, recibí las amenazas del Capitán Mutante Quirk.
Resultó que por culpa de los meteoros, la EUREKA había sido dañada. Cliff salió a reparar los desperfectos, pero en un golpe se perdió en el espacio. Bajé a la bahía y abrí el robot para meterme dentro, y así salir a por Cliff. Su rescate no fue complicado, y regresé con él sano y salvo. Regresé al puente y el Goliath despareció de nuestros sensores, por lo tanto pusimos rumbo a Genetix.
Los Culpables
Llegamos al planeta y, tras ponernos en órbita, decidí ir a la superficie para investigar el origen de los mutantes pukoides. Pero el teletransportador se averió y mi cuerpo obtuvo la cabeza de una mosca, y mi cabeza el cuerpo de ella. Fui hasta unas rocas y entré por una abertura, por la cual, pasando por algunos puntos, se abrían ciertos cerrojos. Me di cuenta fácilmente que la llave que tenía que entrar tenía forma de X. Así, continué y entré en una especie de laboratorio. Así pues, con mi nuevo aspecto, asalté una computadora en la que descubrí que Quirk recibía sobornos de Genetix por cerrar la boca y hacer la vista gorda; de que mi cuerpo estaba en un contenedor y Cliff junto con W-D40 habían llegado; y que los mutantes no soportaban una temperatura inferior a 200 grados centígrados.
Con toda esta información fui al intercomunicador, pero no tenía el peso para encenderlo. Sin embargo, pude observar como una voraz rana intentaba comerme. Por lo tanto, el plan era claro: hacer que la rana saltase encima del intercomunicador. ¿Y el cebo? Pues yo, que seguro que estaría delicioso. La rana nunca lo comprobó, aunque encendió el intercomunicador. Pude conectar con Flo y convencerla de mi aspecto. Avisó a Cliff y a W-D40, con los cuales fui a hablar yo después, llevando a Cliff hacia mi cuerpo.
Recuperé mi forma y W-D40 regresó con mi intercomunicador. Recuperado al cien por cien, y con ayuda de unas tenazas y la tarjeta del comerciante, me hice una tarjeta con X. Gracias a la tarjeta entré en el laboratorio y me hice, dentro, con unas bombonas de nitrógeno líquido, las cuales entregué a la tripulación.
Ya en la EUREKA, Spike se mostraba nervioso y saltó de su frasco para enseñarnos un método para salvar a Beatriz. Era el mismo que usaron conmigo cuando era una mosca. Tras descongelar a la embajadora siguiendo las instrucciones, la deposité en el teletransportador y, una vez recuperada, la puse de nuevo en la cámara para su relax. Después hablé con W-D40 en busca de consejos, y sólo hubo uno muy claro: algo con que ocultarnos.
Regresamos a Kiz Urazgubi, donde Cliff se introdujo en mi expedición. Tropecé con algo invisible, y deduje que cerca tenía que estar la nave. Cliff tenía “grandes” problemas, así que se quedó. Luego, usé el aparato que me dio de la androide abriendo su nave, y en su interior manipulé un panel. Pero al accionarlo, se activó un contador de autodestrucción. Quitando pestillos y algunos cerrojos, me hice con el aparato de camuflaje y salí echando leches de la nave. Salimos Cliff y yo sanos y salvos, aunque doloridos. Fui al puente donde pedí a W-D40 la localización de la Goliath, la cual estaba en Gengivitis.
Asalto a la Goliath
Abandonamos la velocidad de la luz y ordené la puesta en marcha de la ocultación de la nave, y acto seguido fui llamado por Cliff al laboratorio. Éste me mostró un holograma donde decidí por donde entrar en la nave. Bajé a la bahía, me metí por el robot y fui directo a la Goliath donde elegí el lugar por donde entrar. Tras acoplarme, usé el cortador láser con la chapa y accedí a unos túneles.
Llegué hasta el nivel dos por el laberinto de pasillos hasta que encontré un botón que desactivaba los escudos, momento en el que fui capturado por los mutantes. Estaba frito delante de Quirk si no fuera por la aparición radiante de W-D40, quien congeló a los mutantes. Fuimos hasta la zona de teletransportación y nos escondimos. Cuando los mutantes pukoides se pusieron todos en la plataforma, ordené a Cliff el uso del teletransportador. ¡Lo conseguimos, la tripulación estaba curada! Pero, ¿dónde estaba Quirk?
El muy cretino había cogido una nave e iba rumba de una masa gigante del caldo primordial. A decir verdad, Quirk se convirtió en esa masa. Atacó la Goliath y pedí permiso para ir a la EUREKA. Fui allí, al puente, y pedí a Droole disparar contra la cosa para atraerle, y luego usar el SRB. Atrapamos al bicho y encendí la autodestrucción de la nave. Todos huyeron y yo también, recogiendo a Beatriz, pero el teletransportador no funcionaba. Fui donde vi a Cliff meterse en cierta ocasión, y cambié el fusible roto por uno bueno, pero cuando intenté llegar al laboratorio la cosa me intentó atrapar. Un salto calculado me libró. Después, Beatriz se fue en el teletransportador y yo también, recogiendo a Spike lo más rápido que pude.
Ya en la Goliath, salimos a la velocidad luz mientras vimos explotar la EUREKA. Así acabó todo, yendo de camino a STARCON, con la chica, la tripulación, y una bonita mascota que echa ácido...