publi

Bienvenido a 1000guias.blogspot.com

Colección de guías, soluciones, pistas, consejos y ayudas para aquellos juegos que se te resisten...

Buscar este blog

Fascination


EN LA HABITACIÓN

Procedí, como todo buen detective, a registrar detenidamente la habitación de mi hotel. Pude ver en uno de los cajones había un adaptador de corriente, que la nevera estaba llena de recipientes, en la mesa había una jarra de agua y una guía de teléfonos. A continuación me propuse abrir el maletín, que se encontraba encima de la cama (la clave era AARGH). Dentro encontré un cepillo de dientes. Seleccioné 220 V, lo enchufé a la red con el adaptador que encontré en el cajón y conecté el cepillo. El mango, del cepillo, se abrió y cogí la ampolla que se encontraba en su interior. A continuación cogí la bandeja del hielo que se encontraba en el frigorífico, introduje la ampolla en ella, y llené la bandeja de agua con la jarra que se encontraba encima de la mesa. Desenchufé el adaptador, que había utilizado para el cepillo de dientes, y en su lugar enchufe el frigorífico.

EL HALL

Bajé al Hall y encontré y cogí los siguientes objetos: Un llavero, encima de una de las mesas. Que al entregárselo a la chica de recepción me dio la llave de una de las taquillas de los vestuarios. Una ficha de teléfono, encima del cenicero. Una guía telefónica debajo de unas revistas. Aquí encontré el teléfono de Jeffrey Miller, de Quantum Untld Labor. (El teléfono era 777-5555, aunque es conveniente comprobarlo en la guía, ya que suele cambiar el número en cada juego).

REGRESO A LA HABITACIÓN

Una vez obtenido el número de teléfono, regresé a la habitación y llamé a Jeffrey Miller, que me dio el código del inmueble: C5873 (recuerda que puede variar). Ahora debía de bajar a la piscina y encontrarme con Rob.

LA PISCINA

Hable con Rob y Prisca, dos compañeros de vuelo. Tomamos unas copas y un café cargado de azucarillos. Me guardé alguno en el bolsillo. Prisca me dio una linterna, pero no tenía pilas. Aún así la guardé. Me pareció observar, en el fondo de la piscina, un objeto extraño. Me dirigí a encender los focos, cuyo interruptor estaba al lado del barman en la barra. En efecto un resplandor confirmaba la presencia de un objeto en el fondo de la piscina. Me zambullí en el agua y recogí el objeto.

EN LOS VESTUARIOS

En la piscina había unas cabinas que pude abrir con las llaves que encontré en el Hall del Hotel. Examiné, las cabinas, y cogí el walkman estropeado. Abrí el walkman con la ficha de la cabina de teléfono, saque la pila que había en su interior y la introduje en la linterna. Ya disponía de una linterna.

LA CABINA TELEFÓNICA

Salí de la piscina y me dirigí a la cabina más próxima. Introduje la ficha en la ranura. Marqué el número de teléfono de Jeffrey 777-5555. Con esta llamada obtuve un nuevo código confidencial. En este caso el 721. Tras obtener el código, salí de la cabina y me dirigí al edificio del Q.U.L. Q.U.L.

Subí utilizando el código que me proporcionó Jeffrey. Me impedía el paso un gran perro, pero le di un azucarillo y me deshice de él. Cogí las llaves del cuchitril y me las guardé para usarlas más tarde.

EN EL PARKING

Después de coger las llaves baje al parking, silencioso y con la única compañía de un pobre diablo sin ningún tipo de modales, era sumamente rudo y desagradable. Sin más contemplaciones e ignorando a aquel individuo me dirigí al cuchitril y procedí a abrirlo. Lo examiné detenidamente con la linterna, ya que no había luz por ningún sitio. Gracias al potente foco de la linterna pude advertir que había un gancho que permitía abrir la puerta del armario. Dentro encontré una camisa donde estaban las llaves de un coche. Las cogí y cerré el armario. Examinando detenidamente los coches pronto deduje a cual pertenecían las llaves y procedí a abrirlo pero... sorpresa, la cerradura no respondía de ninguna manera. Por último, ya desolada y decidida a abandonar, pregunté al vagabundo, esperando una respuesta tan inútil y desagradable como las ya obtenidas, el vagabundo se portó bien y obtuve una buena solución: dar una patada a la rueda. No lo dudé un momento y propiné una buena patada al neumático, con lo cual el coche se abrió y pude examinarlo con detenimiento. La habilidad adquirida a través de los años no tardó en manifestarse y pronto encontré, entre los sillones, una tarjeta magnética. Supuse enseguida que ésta la podría utilizar en el Digicódigo y tecleando el código que me proporcionó Jeffrey conseguí acceder al interior de las instalaciones.

EN EL Q.U.L.

Menudo susto me llevé. La habitación de Jeffrey aparecía totalmente desordenada y además, le habían asesinado. Controlé mis nervios como pude y me dispuse a registrar al difunto. Lo más sospechoso parecía el revés y así procedí a examinarlo. No tardé en encontrar un bolsillo de seda y en éste un microcassette. Por un momento se me pasó por la cabeza volver al hotel a por el de los vestuarios, pero éste estaba roto. La librería de Jeffrey era extensa, hasta el punto que mi curiosidad no pudo evitar que permaneciese un gran período de tiempo curioseando en sus libros y de esta forma, encontrase un resorte semioculto en el lomo del libro "Manuel". Al pulsar el resorte apareció un gracioso mueble-bar y el cordón de la lámpara daba acceso a un nuevo compartimento con un dictáfono. Todo parecía estar solucionado, pero no era así. El dictáfono no funcionaba porque era solar y allí no había luz. Seguí examinando minuciosamente la habitación, necesitaba luz y la lámpara que allí se encontraba no disponía de ningún interruptor. Pulsé instintivamente el pezón de la lámpara y ésta se encendió, facilitándome la inserción del microcassette en el dictáfono y la escucha del mensaje que en éste había: "Hay tres ampollas, una es la que tienes tú, otra la tiene el hijo de Jeffrey y la otra... ha sido sustraída por Peter Hillgate, alias Doc. DOC se encuentra en Coconut Grove. Entrega las ampollas a mi hijo".

LA BOUTIQUE

Después de salir de las oficinas de Jeffrey me dirigí a Coconut Grove. Allí encontré una boutique. Mi sorpresa fue mayúscula, me encontraba confundida. ¿Se habría equivocado Jeffrey en la dirección?. Sin pensarlo dos veces me introduje en el interior de la tienda y lo primero que vi fue un interesante periódico que no dudé en leer. Necesitaba averiguar si aquel establecimiento era una tapadera y me introduje en cada uno de los probadores de que disponía la tienda: de izquierda a derecha. En ellos encontré un trozo de papel, aunque parecía no tener demasiado interés y una caja de zapatos que rápidamente guardé. Desde el probador de la derecha tenía acceso a una puerta y muy cautelosa me dirigí a ella. La abrí y sujeté la campanilla de la parte superior para que no me delatase. Una vez sujeta procedí a abrir la puerta. Una vez dentro y tras examinar minuciosamente los posters, aprecié un bulto en la mano del poster de Roland y lo pulsé, ¡sorpresa!, el poster se enrolló dejando al descubierto una misteriosa llave. Una vez con la llave en mi poder moví todas las cajas de la estantería buscando alguna evidencia y encontré una caja fuerte. El candado lo abrí con la llave y la barra la desplacé con el zapato. La etiqueta magnética que se encontraba pegada al armazón de la estantería me sirvió para abrir la puerta. Era tan lisa que no tenía donde agarrarla. Todo parecía muy fácil, pero dentro había una combinación que no acertaba a averiguar. Para ello disponía de cuatro letras que formaban la palabra CODE. No tardé en relacionar a DOC con el asunto y observar que las palabras CODE disponían de las mismas letras para formar DOC y así encontré un misterioso y extraño cuarto secreto.

EL QUIRÓFANO

La habitación estaba desierta. En ella encontré la bata de un médico y en bolsillo una mascarilla y una llave, con la cual abrí el armario de la salita. Dentro había un tarro con las ampollas, lo rompí con el zapato y las guardé. También cogí unas fotos firmadas por LOU DALE. Después de registrar a fondo el armario puse en marcha el contestador automático. Era una buena idea la de informarme de los contactos de DOC. Me enteré de que DOC había cumplido años hacía dos meses y de que estaban tras mi pista, con lo cual borré inmediatamente la cinta, intentando despistar a mis enemigos. Ya no tenía más que hacer en el quirófano y regresé al hotel.

EL HOTEL

La recepcionista me avisó de que tenía visita y subí las escaleras dispuesta a encontrarme con mi amigo Rob. La sorpresa fue mayúscula, Rob se encontraba tendido en la cama, parecía muerto y la habitación estaba desordenada. No habían respetado nada. Además, para colmo, la ampolla había desaparecido. Según parece la había ingerido Rob al tomar un refresco con hielo. Lo único que saqué en claro del disgusto fue una caja de bombones que Rob había dejado encima de mi mesa. La cogí y la guardé pensando en probarlos más tarde, también recogí, del suelo, un pin. De repente el teléfono sonó anunciándome la llegada del comisario, me esperaba abajo, así que bajé a contarle mi historia, respondiendo a sus preguntas en el siguiente orden:

-2-2-1-2-1

Después el comisario se irá algo airado, al ver que no ha sacado nada en claro con su visita. Cogí una papeleta que se encontraba en el suelo y examiné la pila de periódicos. En la que salen las chicas había una esquina rasgada. La examiné y encontré un apunte con lo que completé el número de teléfono de LOU DALE (en este caso el 674-2121). Subí a la habitación y le llamé. Seguidamente me encaminé hacia allí.

EL ESTUDIO

Al llegar ante la casa de LOU DALE me encontré un extraño coche que rápidamente levantó mis sospechas. En el parabrisas había un billete de 10 dólares que no dudé en coger y en el maletero, que estaba abierto, una insignia y una caja de lencería. Los cabos se iban uniendo y decidí entrar en la casa de LOU por la puerta de servicio. Para ello, al llegar a la puerta de servicio, examiné el cubo de la basura, donde encontré una interesante información. Introduje la foto en la ranura, para que al mover la llave que había en la cerradura, no cayese en un lugar inaccesible. Recuperé la foto y con la llave abrí la puerta. Ahora estaba dentro de la cocina. Nada más entrar en la cocina, cerré el ventanuco que daba al salón, para evitar que alguno de los hombres de DOC pudiese advertir mi presencia. Dentro encontré un gran número de armarios que examiné con sumo cuidado. No encontré nada salvo productos de limpieza y es entonces cuando vino a mi memoria algo que encontré en la tienda de lencería: "algunos productos de cocina pueden producir gases". Rápidamente puse manos a la obra: me puse la máscara que encontré en los bolsillos de la bata del médico, cogí el paño, lo humedecí en el grifo del agua del fregadero y lo colgué de un gancho al lado del ventanuco, después cogí la palangana y la puse sobre el fregadero, cogí el cloro, el amoníaco y la sosa y los mezclé todos hasta que empezaron a desprender gases. Acto seguido abrí el ventanuco (hay que cliquear dos veces) dejé la palangana con la mezcla, en la repisa exterior y rápidamente cerré el ventanuco y tapé la ranura que éste dejaba, con el paño humedecido. Ya sólo tuve que esperar un rato hasta que el esbirro de DOC cayó desmayado por el efecto de los gases. Una vez despejado el camino pude hablar con LOU. Según me dijo, tuvo que seducir a Kenneth Miller para hacerle una foto, aunque éste las detestaba. Más tarde, Kenneth, se mostró muy extraño, parecía otro. Todo esto me hizo sospechar que Kenneth no era el verdadero Kenneth, es decir, se habían servido de LOU para suplantarle y por eso le encargaron las fotos. Por tanto me decidí a buscar al Kenneth falso que, según LOU, se encontraba últimamente en el club "Le Red and Blue Club", curiosamente el mismo que el del pin. El asunto empezaba a encajar y se ponía tan interesante como peligroso, cogí el anillo que me ofreció LOU y desaparecí del lugar en busca del famoso Club.

EL CLUB

Al llegar a la puerta del club me encontré con uno de esos típicos guardianes que no se fían de nadie y de nada. No quería dejarme pasar aunque yo le enseñaba el pin de socio del club. No tuve más remedio que sobornarle con los 10 dólares que encontré en el coche de la casa de LOU. Dentro me encontré con Kenneth, con el falso Kenneth y cuidadosamente dialogué con él:

- 2- 2- 1- 2- 1

Todo acabó bien, hasta el punto de que nos dirigimos a su casa.

EL SALÓN

Al llegar a casa de Kenneth, se empezó a impacientar, quería respuestas y yo las necesitaba tanto como él. Por tanto decidí darle a probar los excelentes bombones-somnífero de Rob y éste cayó desvanecido dejándome el terreno libre para investigar lo que quisiese. Lo primero que hice fue examinar a Kenneth. El tatuaje y la estatuilla de EVA le delataban, ¡no era el verdadero!. En su mano encontré un curioso anillo que guardé por si lo necesitaba en un futuro, parecía que todas las cosas que encontraba tenían una utilidad más tarde o más temprano. Pasé al interior de la casa y cogí la cuchara del suelo. Miré con curiosidad las estatuas y todo lo que rodeaba la habitación, no pudiendo evitar levantar el parche del pirata. En la habitación había un acuario, encendí la luz con el interruptor y encontré una ostra. Pude alimentarla con el bote que allí se encontraba y así se abrió, encontrando una perla en su interior. Utilicé la cuchara para coger la perla y así evitar a la piraña. La perla encajaba perfectamente en el ojo parcheado del pirata y con el puro que obtuve del loro le di de fumar. El resultado fue un rayo repentino y fugaz que chocó contra otra de las estatuas. Esta dejó un extraño panel que examiné detenidamente. El anillo hacia juego con la figura que encontré en el panel de la estatua y así encontré una puerta secreta. Tras la puerta encontré algo inesperado: la sala de operaciones de la lencería y lo peor... esta vez no estaba desierta. Un hombre con los atuendos de doctor se dirigió hacia mí con cara maligna y ya no supe nada hasta que desperté en...

VILLA VIZCAYA

Allí se encontraba el comisario, que presumía de haberme salvado la vida. Sospeché enseguida de sus preguntas, demasiado directas, pero las respondí con toda la habilidad que caracteriza a un buen aficionado a las películas de misterio:

- 2- 2- 1- 2- 1

Con lo cual dejé pensativo al comisario y me dirigí al baño. Allí, deseosa de escapar del extraño inspector de policía, examiné todo lo que encontré. En el armario encontré algunos objetos de suma utilidad, como un bote de espuma de afeitar. Una baldosa rota ocultaba un mecanismo. Sin pensarlo dos veces lo pulsé y apareció una cámara secreta, lo cual me hizo sospechar aún más del comisario. En su interior hallé un pulverizador y en la papelera una jeringuilla. Con estos dos instrumentos me dirigí rápidamente al bote de formol, llené la jeringuilla con el formol y a continuación cargué el pulverizador. Armada con tan peligrosa sustancia, salí y fulminé al comisario con una buena rociada. Averigüé que Pedro Dihelgas y Peter Hillgates eran la misma persona.

EL SALÓN

Después de descubrir la doble personalidad del comisario, pasé a una de las salas de la habitación. Estaba repleta de cuadros, pero el que me llamó más la atención fue" El Sueño de una desnudez", curiosamente en éste encontré un pulsador. Lo pulsé y en la zona superior del órgano encontré una extraña rueda con los signos del Zodíaco. Tenía que poner el signo del zodíaco de DOC y no me fue nada difícil: en el contestador automático le felicitaban por su cumpleaños, que había sido hace dos meses y en el último periódico aparecía una fecha de agosto, luego DOC tenía que ser GEMINIS (atención puede variar la fecha que hay en el contestador). Las notas musicales las encontré al examinar la linterna en el microscopio. Aparecía la siguiente anotación: BADG+E. Que equivalía a cada una de las teclas del órgano. La G+ equivalía a una nota en sostenido (esta anotación también puede variar). Al tocar en el órgano cada una de las notas correspondientes, una compuerta secreta se abrió de repente dejando al descubierto un pasadizo, en el cual al fondo se veía una celda.

LA CELDA

Allí encontré a un prisionero, al verdadero Kenneth. Examiné su bolsillo y encontré un mechero. El anillo me sirvió para comprobar que se trataba del verdadero Kenneth Miller. Ahora sólo quedaba escapar de aquel infierno y acudir a las autoridades. Para escapar puse los periódicos (tienen que ser cinco) encima de la mesa y le prendí fuego con el mechero. El humo que desprendía el papel, al consumirse, activó el mecanismo anti-incendios provocando un cortocircuito y, de esta forma, abriendo la puerta que me mantenía prisionera en casa del malvado DOC.

FIN